Hace unos días un amigo me invitó a la presentación del libro de un poeta de aquellos que son "desconocidos" y que por eso son apreciados, por su poesía "oculta", más bien ocultada por aquellos que prefieren no hablar sobre temas tan controversiales. Todos los poemas que escuché ese día valieron la pena e hicieron que despertara del letargo que un orador repetitivo y adulador me había provocado. Les dejo a ustedes el que más llamó mi atención, pues considero que es una auténtica verdad y que la describe, de la forma en que a veces me gustaría a mí haberla descrito.
Disfruten entonces:
Llanto Por La Muerte De Un Perro
Hoy me llegó una carta de mi madrey me dice, entre otras cosas: –besos y palabras-que alguien mató a mi perro“ladrándole a la muerte,como antes a la luna y al silencio,el perro abandonó la casa de su cuerpo,-me cuenta-,y se fue tras de su almacon su paso extraviado y generosoel miércoles pasado.No supimos la causa de su sangre,llegó chorreando angustia,tambaleándose,arrastrándose casi con su aullido,como si desde su paisaje desgarrado hubieraquerido despedirse de nosotros;tristemente tendido quedó-blanco y quebrado-,a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.Lo hemos llorado mucho...”Y, ¿por qué no?yo también lo he llorado;la muerte de mi perro sin palabrasme duele más que la del perro que habla,y engaña, y ríe, y asesina.Mi perro siendo perro no mordía.Mi perro no envidiaba ni mordía.No engañaba ni mordía.Como los que no siendo perros descuartizan,destazan,muerdenen las magistraturas,en las fábricas,en los ingenios,en las fundiciones,al obrero,al empleado,al mecanógrafo,a la costurera,hombre, mujer,adolescente o vieja.Mi perro era corriente,humilde ciudadano del ladrido-carrera,mi perro no tenía argolla en el pescuezo,ni listón ni sonaja,pero era bullanguero, enamorado y fiero.A los siete años tuve escarlatina,y por aquello del llanto y el caprichode estar pidiendo dinero a cada rato,me trajeron al perro de muy lejosen una caja de zapatos. Eraminúsculo y sencillo como el trigo;luego fue creciendo admirado y displicenteal par que mis tobillos y mi sexo;supo de mi primera lágrima:la novia que partía,la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;supo de mi primer poema balbuceantecuando murió la abuela;el perro fue en su tiempo de ladridosmi amigo más amigo.“Ladrándole a la muerte,como antes a la luna y al silencio,el perro abandonó la casa de su cuerpo-dice mi madre-y se fue tras de su alma –los perros tienen alma:un alma mojadita como un trino-con su paso extraviado y generosoel miércoles pasado...”Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,la muerte de mi perro sin palabrasme duele más que la del perroque habla,y extorsiona,y discrimina,y burla;mi perro era corriente,pero dejaba un corazón por huella;no tenía argolla ni sonaja,pero sus ojos eran dos panderos;no tenía listón en el pescuezo,pero tenía un girasol por colay era la paz de sus orejas largasdos lenguasde diamantes.