martes, 31 de marzo de 2009

ENCUENTRO

Se había quedado dormida frente a la computadora nuevamente. Estaba tan cansada de esperar que al despertar de nuevo apagó la computadora y salió a pensar un poco.
Siempre pasaba lo mismo, él prometía enviarle mensajes desde dónde estuviera. Todos los días decía “te juro que siempre estoy pensando en ti”.
Al salir de su casa, sintió un cosquilleo en la nuca, de esos que sólo las miradas intensas provocan, pero trató de no pensar en ello, al fin de cuentas si había salido a caminar era para no pensar. La noche era excelente como para que una persona se perdiera en sus reflexiones al ver la luna. Quedarse estático un momento y que el tiempo se perdiera en la luz que la atraía, que parecía tragarla por momentos.
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Yo caminaba sin rumbo aquél día, y sin imaginarlo la encontré.
No me gusta seguir a las personas, pero ella me pareció tan interesante que no pude evitarlo, su forma de caminar me llamaba, me decía a gritos, sígueme. Y entonces le obedecí.
Tal vez ella notó mi presencia desde el primer momento, pero no me importaba, esa era mi intención que me notara, que supiera que no era de esas suposiciones que suele generar la paranoia nocturna.
Su cuerpo era perfecto, aún no puedo creer que en pocas miradas mi vida ya le perteneciera, tendría que ser mía. Esa noche descubrí que poseía sentimientos muy difíciles de comprender. Deseaba tenerla para mí.
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Al principio unas lágrimas asomaron por sus ojos, pero ella les cortó el camino con sus manos, era tan orgullosa que no podía permitirse que alguien la viera llorar, ni siquiera confiaba sus tristezas, para que la imagen de su vida perfecta no se perdiera. Eso era lo que ella quería ser la mujer fuerte.
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Traté de detenerme, por un momento me dí cuenta de que lo que hacía no estaba bien, no podía andar por las calles siguiendo a todas las chicas que llamaran mi atención, y mucho menos en el estado que reflejaba el rostro de ella. Seguramente…sí, estaba seguro que sufría por amor.

Ella se detuvo, ya no era una simple sensación, ella estaba segura de que la seguían, lo había notado tarde, había caminado sin rumbo y no sabía en qué lugar se encontraba. Pensó en no dar pistas de su desesperación, así que siguió caminando de manera relajada, por fin había logrado su objetivo. Dejar de pensar en él
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Noté que aceleró el paso y eso me hizo reflexionar de nuevo, estaba seguro que la quería conocer, y no quería generarle una mala impresión de mí, así que fingí dar vuelta en uno de los callejones, me aseguré de que no notara mi presencia y continué con mi persecución.
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Sin darse cuenta ella comenzaba a caminar más rápido, ahora ya estaba asustada, pero no podía detenerse debía caminar hasta encontrar un lugar seguro en el cual poder estar hasta que averiguara como regresar a su casa, pero sin darse cuenta comenzó a correr sin rumbo, ni siquiera ponía atención en su camino, hasta que chocó con él.
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Tome el camino contrario, si seguía por esas calles seguramente la encontraría de frente, sería mi oportunidad de actuar, el camino era un poco largo y había poco tiempo, pues sus tacones me dieron la señal de que ahora corría. Comencé a correr entonces yo también, gire en unas cuantas calles y entonces la vi. Huyendo sin sentido y sin tener cuidado de su dirección. Disminuí la velocidad, ya era imposible detener nuestro encuentro….Pero de la nada una sombra apareció y ella se colapso contra la figura a la que le pertenecía…mi oportunidad había pasado….la vi abrazarlo y gritarle “Te extrañé”.

martes, 24 de marzo de 2009

Beso

Mientras el taxista se aseguraba por el espejo retrovisor que ningún carro lo siguiese.

Ella sostuvo mi mano, sus labios buscaron los míos y sucedió.

Estaba ebria, y el suceso no pareció tan significativo. Me desperté con el pensamiento de que todo había sido un sueño, una broma que me jugaba mi cerebro por haberlo ahogado en alcohol el día anterior.

Pero la imagen vino a mi mente de nuevo, sus labios y los míos estableciendo contacto.

Traté de negarlo, tal vez seria culpa del licor que nos hizo actuar un tanto imprudentes. Mi actitud comenzó a ser diferente, no dejaba de pensar en ello, no había día que no pensara que tal vez fui yo quién propició que las cosas pasaran de esa manera.

No me podía concentrar, el suceso me estaba volviendo loca, un simple beso que tal vez no fue tan importante para la persona que lo recibió, que quizá no significó nada, me estaba atormentando la cabeza día y noche.

A veces llegaba a sentir la mirada de esa persona. Tal vez me exigía cuentas por lo que sucedió.

Unos pocos días después del incidente. Decidí hacerle frente a la situación. Esperé el momento exacto de confesar mis sentimientos. Planeé mi estrategia durante todo un día me acercaría a ella y le aclararía lo que estaba pasando por mi mente. Si ella aceptaba mi sentir todo volvería a la normalidad, y si ella trataba de evadirme, lo tomaría como un error, como una acción que nunca debió ser llevada a cabo. Me causaría un poco de tristeza al principio, pero si esa era la situación también sabría enfrentarme a ella.

Ese día en especial me pareció muy largo, la campana se escuchaba cada vez en intervalos más grandes, el tiempo no transcurría en mi mente, la eternidad se convertía en horas y minutos. La jornada parecía no tener final.

Pero después de tan infernal espera, la vi entre la gente y me acerqué hacía dónde estaba, me armé de valor y entonces pude confesar lo que albergaba en mi alma….

-¡Perdón por haberte besado, estaba tan ebria que no me dí cuenta!

-No debes lamentarlo, fue lo mejor que me ha pasado.

Y entonces a pesar de que creía haber estado lista para cualquier respuesta, sentí como mi mente se sumergía en la confusión, pero antes de poder reaccionar, ya la estaba besando de nuevo.