martes, 5 de mayo de 2015

Renuncia pacífica


Siempre he andado por allí con la convicción de no ser nunca víctima de aquello que critico en los demás, he buscado en todos lados promulgar que estoy a favor de la equidad de género y de la igualdad de condiciones en las que debemos vivir los hombres y las mujeres.

He provocado un sin fin de discusiones por este concepto al grado de ejemplificar con mis actos que para nada estoy a favor del favoritismo que existe hacía el género masculino, sólo por el hecho de que ellos, a lo largo de la historia hayan sido los proveedores de la familia.

Creí tanto en mis acciones que me olvidé que las mujeres también pueden ejercer violencia.
Renuncio a esto, de manera en que ya no me pueda ver envuelta en tu vida que me hace una peor persona y no me permite avanzar. Renuncio a ti y no sé si me duela. Siempre pregoné que no podría soportar las mismas cosas que yo te he hecho a ti.

Renuncio a mi forma de ser contigo y a tus actitudes que poco abonan a que me convierta en mejor persona, renuncio a que busques cualquier momento para recordarme mis errores, sobre todo si eres tú el que imita mis antiguas conductas.

Siempre supe que no estábamos listos para el paso que dimos, pero ahora sé que estoy lista para dar el paso que requiero para ser feliz.

Mis cuestionamientos no son una salida a todos los señalamientos que haces, es una duda fundamental que siempre quise que me pudieras resolver.
Reconozco que si te engañé, pues siempre pensé que podríamos sobreponernos a mis errores.