lunes, 15 de agosto de 2011

Días que...

Un día como esos no se olvida,

simplemente no se puede, por más que se intente.

Puedo ser capaz de recordar cada instante,

la forma en que trataba de levantarme,

mis pasos lentos al salir de la cama,

el baño frío,

el desayuno;

creo que puedo ser capaz de describir los olores de ese día,

de cada uno de los paseantes de la calle,

lo que reflejaban los cristales de las ventanas,

la forma de tenían los destellos del sol,

mi caminar pausado,

el tiempo que me tomó llegar a ti;

la metodología de selección de los caminos,

de las palabras,

de los movimientos

y las caricias que tenía preparadas.
No se puede olvidar.

Aunque haya saturado los espacios del vacío que se generó tras tú.
En las bancas están calcadas las historias a veces hasta puedo reconocer en los adoquines mis
propias huellas; definitivamente no.

Hay días así, en los que por más que trate de bloquear los detalles, éstos aparecen en el

momento más inoportuno y hacen reír y en el mejor de los casos llorar.