En este punto no me importa si mi bebé es blanco, negro o amarillo, de ojos claros oscuros parecido a mí o a nadie, niño o niña, no me importa quiero que todo salga bien, poder conocerle, tocarle, sentir de nuevo que he sido parte de un proceso tan inexplicable y maravilloso que raya en lo divino: la vida.
En fin sé que no habrá nada que me prepare para pasar de nuevo por un parto, y cada día que pasa me preparo para que ninguna noticia me tome desapercibida, tal vez exagero pero en estas cosas como en todo, todo es posible...