miércoles, 6 de junio de 2012

"Como Pedro por su casa"

Mamá siempre dijo que a las personas mal educadas nadie las quiere. A esa gente que no saluda, no sonríe, no  convive con los demás nadie los frecuenta y al final se quedan solos.
Y es justo lo que sucede con mi vecino al que llamamos Don Pedro: Nadie lo quiere. Don Pedro es un señor mal encarado, siempre parece enojado y nunca contesta un saludo; aún así yo me veo obligada a saludarlo todos los días cuando lo veo pasar y finjo que me responde con esa mirada de villano que tiene, luego se voltea y se mete en su taller a copiar llaves.

Mi papá, de algún modo, se lleva bien con Don Pedro. Siempre que mi papá necesita una herramienta, sale de la casa y toca la puerta de fierro del taller de Don Pedro, Don Pedro abre la puerta y le sonríe a mi papá, le invita a pasar, y a los pocos minutos, después de platicar, sale mi papá con la herramienta que solicitaba.
Yo no lo entiendo de verdad a mí ese señor me cae muy mal, no me gusta que me vea feo y que no responda mis saludos. ¡pero eso es poco! Lo menos me gusta de la actitud de ese señor es que entra a mí casa sin avisar. A veces no nos damos cuenta, pero aparece en medio del comedor o en el mismo taller de mi papá.
A mi mamá tampoco le gusta que ese señor entre  "como Pedro por su casa" y para evitarlo cierra con candado la puerta de entrada, de manera que si el señor viene a buscar a mi papá tenga que tocar a fuerza.
Pero papá se enojó con la actitud que hemos tomado, dice que tenemos que comprender que es una persona mayor y que seguramente cuando muera lo hemos de extrañar. Y yo de ésto creo poco.

Don Pedro tiene una esposa, a la que todos llaman Doña Lola, y es conocida por ser los ojos de la cuadra, no hay nada que no suceda sin que Doña Lola sepa. A veces la habilidad que ésta señora tiene para enterarse de las cosas me sorprende, ya que nunca sale de su casa, sólo es visible a través de la ventana que da a la calle.

Tras años de verlos a diario comencé a acostumbrarme a su presencia, a tal grado que ya no me molestaban tanto las actitudes que tomaban ante algunas cosas. Doña Lola era experta en el chisme y por la ventana siempre se le podía ver platicando con alguna vecina interesada en el acontecer de la calle.
Cuando yo llegaba de la escuela se podía ver a Don Pedro regresar a casa y siempre llamó mi atención u forma de bajar de la bicicleta: apoyaba todo su peso en el manubrio y equilibrando la bici con un pie sobre uno de los pedales levantaba el otro hasta colocar los dos del mismo lado hasta finalmente descender con la bicicleta aún rodando. Todo un arte. Bueno, yo lo consideré así porque me costó muchas caídas y tiempo aprender a bajar de la bici del mismo modo.

Fueron parte de mi infancia y pensé que siempre estarían allí. El día que Doña Lola dejó de aparecer por la ventana me di cuenta que algo andaba mal, en su lugar aparecía la "nieta" que hacía las veces de la chismosa de la cuadra y se la pasaba horas y horas platicando con las vecinas que buscaban información. No era tan grave la cosa ya que de fondo siempre estaba la voz de Doña Lola regañando a la joven chismosa, "¡Quítate de la ventana!" le gritaba y a veces la obligaba a correr la cortina para que nadie se atreviera a estar cerca. Pero todo estaba bien pues igual que todas las tardes veía llegar a Don Pedro directo a su taller, bajando siempre de tan singular manera.

Y un día simplemente ya no estaban. Doña Lola había sucumbido a su enfermedad y Don Pedro no pudo soportar su soledad, a pesar de que siempre pareció gustarle estar solo encerrado en su taller. Extraño llegar y encontrarlo a punto de salir o bajando de esa forma tan suya de la bicicleta. A veces sólo quiero pensar que está encerrado en su taller. Pero cuando caigo en la cuenta que ya no vendrá a buscar a papá me invade la nostalgia. Y a Doña Lola hace tiempo que supe que no volvería a aparecer más tras esa ventana...

1 comentario:

  1. Al final, uno termina por acostumbrarse a la presencia de las demas personas, aunque en ocaciones no las notemos, pero siempre es raro cuando de repente desaparecen...

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...y entonces le dijo: