domingo, 30 de julio de 2017

Espirales

Abrí la puerta, salí del carro y huí de allí...no muy lejos, me senté en la acera de la primera calle oscura que vi, pensé que me seguiría, pero supongo que él tenía otros planes... y esa ha sido la única vez que dejé las cosas en paz.
Ahora no puedo, exploto, maldigo, y aún así quedan cosas adentro. 
Debo tener la razón, ser siempre la afectada y eso me hace pensar en cosas, que en los días plácidos no suelen cruzarme por la cabeza, pero que son tan específicos y repetitivos que creo estarlos memorizando como para convencerme de ellos, como para garantizar que así será.
No es sencillo siempre tener argumentos para todo, revirar, usar las palabras dichas por otros en contra suya, pero no puedo evitarlo. No hay victoria si no tengo la última palabra y hace años que no la tengo.
Y en esos momentos, como ahora, como hace 6 meses, como hace ocho años, solo puedo pensar en que no quiero soportar una más de mis rabietas porque me recuerdan que siempre prometo no volver a soportarlo, porque sé que después me parecerá inverosímil rabiar por algo tan sencillo...y luego lo olvido y vuelve a pasar.
Me hace creer que es mía la falta, porque exagero, porque no puedo dejarlo estar, porque me choca verme vencida, porque no me importa gritar y hacer escándalo y que todos se enteren que estoy furiosa, porque no me importa el mundo y su hipócrita forma de mirar hacia abajo, de reprimir y de aparentar, si no estoy bien no quiero verme bien, no quiero hablar bien, no quiero que me digan que debo estar bien.
Luego me atacan los momentos en que creo que no soy yo la responsable de mi actuar y aseguro que siempre lo vi de alguien más, porque no quiero ser yo la que en los cotidianos días se convence a sí misma haber cambiado y luego cae en sus coléricos lugares comunes.
Y llegan después las reflexiones, que me llevan a cuestionar los motivos de mi enojo, habrá sido la razón, aquella que le espeté en la cara, o hay algo oculto que no se quiere asomar y por más que escarbo me repito que sí que fue esa la razón, que sí tengo motivos, que no estoy exagerando.
Pero quiero un día dejarlo ir, dejarlo pasar, que no me importe, que no me altere, porque no me lo merezco, no puedo estar siempre así...pero pasa el tiempo y todo se vuelve a repetir.


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...y entonces le dijo: