martes, 19 de mayo de 2009

LA FLAUTA

GRACIAS A CHVIS Y A ALEX, NOS VEMOS EL VIERNES

Vaya que llovió mucho aquel día, tanto que fui arrancada de mi hogar la torrencial agua me llevó hasta un pequeño estanque, en cual floté durante muchas horas esperando que mi cuerpo se hinchara y se pudriera.

Pero al final del día sentí su mano, me jalaba con insistencia hacía la orilla, un joven que luchaba por verme fuera de aquél lugar.
Me cargó y me llevó a su casa, como si hubiera encontrado un tesoro.
Todos los días me hacía una caricia como si viera en mí una gran joya, a veces entre sueños lo escuchaba repetir debes tener una hermosa voz.

Pasó mucho tiempo entusiasmado con mí ser, trabajaba sobre su mesa cortando y martillando, elaborando nuevas herramientas, a veces me dirigía una mirada y decía: esto te ayudará mucho. Yo no podía hacer más que mirarle y tratar de sonreír, aún no podía hablar.

Era frustrante observar que se esmeraba en lograr que yo volviera a la vida, y no poder ayudarle, quería mover mis brazos, gritar, quería que supiera que estaba presente, aunque a través de mi cuerpo no pudiera demostrarlo.
Una mañana la puerta se abrió temprano, había llegado un señor que cargaba a una señora que parecía haber sido fuerte.
-Debes ayudarla, se ha caído y ha perdido la voz, sé que es vieja y tal vez ya no haya nada que hacer, pero significa mucho para mí.
Aquél hombre parecía preocupado. Pero la señora se veía muy mal. Mi salvador la colocó a mi lado ella no estaba inmóvil, sólo se veía sin fuerzas, sin ganas de vivir.
A veces la oía hablar sola, muchos años había sufrido los maltratos de el joven que la trajo, no descansaba en días y a veces ni siquiera se preocupaba por ella, la dejaba dormir en cualquier parte mientras él se gastaba los pocos pesos que ella había conseguido para él.
Por un momento me pareció que eso sucedería conmigo. Sí, para que quería si al final terminaría abandonada y cansada cómo la señora de mi lado.
Entonces la vida ya no me importó, y mi cuerpo se comenzó a secar. Me estaba convenciendo que lo mismo pasaría conmigo. Y él entristeció. Ahora me miraba con lástima, como si estuviera a punto de perder algo grande, me hablaba y trataba de que no me diera por vencido pero ya me daba igual.
Aquella tarde tomó entre sus brazos a la anciana, y la llevó al bosque sobre su espalda, no regresó en mucho tiempo.
Cuando volvió arrojó sobre la mesa herramientas, material y a la señora, con dulzura le decía, esto dolerá, pero podrás salir de aquí después.
Me daba pena ver lo que veía pero no podía hacer más. Acomodaba partes, martillaba y cortaba, poco a poco lo entendí todo, él era diferente. Y tal vez ya era tarde para mí.
Cuando terminó con la anciana, me tomó entre sus brazos y me dijo, no te dejaré morir, sé que tienes una hermosa voz. Al igual que a la anciana me advirtió del dolor, pero en mi estado las quejas no se escucharían.
Trabajó en mí durante toda la noche hasta terminar su trabajo, cuando me sintió lista me llevó con la señora Guitarra, que se veía mejor, la señora me miró con curiosidad diciendo: Y dime pequeña que eres tú, no sé , aun no sé que soy yo pero él tenía razón, de verdad tengo una hermosa voz.

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...y entonces le dijo: