miércoles, 30 de junio de 2010

Fausto

Caminaba sola por la larga calzada, hay veces que uno se mete en sus pensamientos y no observa lo que pasa a su alrededor, de pronto él se acercó a mí y con una sonrisa dijo: "Parece que su camino aún es largo. ¿Puedo acompañarla?", Creo que ninguna mujer aceptaría ese tipo de petición. De todas formas el la acompañaba todos los días desde ese punto y hasta llegar a su trabajo (el de él)....
Eso y la última discusión eran los recuerdos que le quedaban a Eliza después del entierro, la gente parece que nunca morirá menos sí en vida había prometido no dejarle en paz.
Una separación tormentosa había terminado con la muerte de Fausto, pero como en todo tipo de eventos desafortunados había que recordar sólo lo bueno (aunque a Eliza se le dificultaba un poco). Esa noche decidió no pensar más en el tema y fue a la cama tratando de recordar los buenos momentos.
El sueño de Eliza comenzaba a mezclarse con los recuerdos y de pronto se encontrba caminando por es larga calzada, Fausto se acerco a ella de la misma forma en que Eliza recordaba, pero en vez de ofrecerle compañía la tomaba del brazo mientras al oído le decía "Recuerda que nunca te dejaré, aún si muero estaré contigo". Eliza sintio ese apretón en su brazo tan real que despertó llorando y asustada por la cara que Fausto tenía en su sueño. Había olvidado que antes de partir Fausto había dicho esas palabras...lo había olvidado.
Tratando de tranquilizarse Eliza tomó una pastilla que la hizo dormir tan placidamente que a la mañana siguiente no recordaba el hecho.
Salió a trabajar como todos los días con la sensación de que olvidaba algo, de momento no le importó, pero todo el día tuvo esa angustia por estar en casa.
Tres días después del entierro de Fausto, a Eliza, se le dificultaba estár en casa, no es fácil deshacerse de los recuerdos que quedan en las habitaciones que has compartido con alguién más. Por momentos Eliza se sentía culpable, hasta llegó a creer que lo quería, a pesar de todo; de los insultos, golpes y manipulaciones. Después de un tiempo se dio cuenta de que lo único que sentía por él era lástima.
Esa noche antes de acostarse, creyo escuchar de nuevo a Fausto "nunca te dejaré, aún si muero estaré contigo", pero se convenció de que era sólo su imaginación y se dedicó a soñar.
Eliza se levantó de la cama y después de ir al baño creyo escuchar ruidos en el comedor, Fausto estaba desayunando
"Ya te has levantado bella durmiente"
Eliza se sorprendió al escuchar esa frase, un dialogo conocido. Trató de preguntar ¿Que haces tú aquí? pero en vez de eso la escena siguió otro curso.
"Fausto, debemos hablar"
"Disculpa, se me ha hecho tarde y no creo tener tiempo de discutir ahora"
"Esto debe terminar, no puedo soportarlo más"
"Vaya creo que no lo has entendido"
"¡Qué es lo que debo entender!, sólo quiero que todo termine ya no más de....sólo no quiero...Fausto ya no te quiero"
Fausto la tomó del brazo y apretandolo le dijo al oído
"Esto ya lo hemos hablado antes...Puedes irte si eso es lo que quieres, jamás firmaré el divorcio, no importa que no me quieras...recuerda que nunca te dejaré, aún si muero estaré contigo"
Eliza no pudo más que llorar y tratar de gritar pero las palabras se ahogaron en su garganta, sentía que alguién la tenía amordazada para hablar, y mientras trataba de emitir sonido despertó en su cama con los ojos llenos de lágrimas. Lo había olvidado, había olvidado que los que mueren no siempre son santos.
Desde ese día no se volvió a sentir cómoda en su cama, el sólo estar en la habitación le producía estrés, evitaba todo el día estar en ella, pero inevitablemente en la noche debía dormir.
"Tú estás muerto Fausto...no puedes estar aquí"
"Quiero compartir tu cama"
"No puedes por favor Fausto déjame en paz"...Nuevamente despertó creyendo que tras las cortinas había alguién, lloró de desesperación. Ahora que todo parecía haber terminado. Las cosas estaban peor.
Al día siguiente en su trabajo una compañera se acercó a saludarla
"Eliza, me da gusto que estés bien. Me he enterado de lo de tu ex-marido y debes saber lo afortunada que eres. Con los tratos que te daba la muerta pudiste haber sido tú"
Eliza fingió no hacer caso del comentario, pero todo el día le dio vueltas en su cabeza, jamás se imaginó un escenario tan desastrozo. Por ahora le preocupaba más el tema de sus sueños y Fausto en ellos.

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